Cada noche esta panadero deja sobre un banco el pan no vendido y otros alimentos para las personas en dificultad

por Patricia Zorzenon

07 Noviembre 2019

Cada noche esta panadero deja sobre un banco el pan no vendido y otros alimentos para las personas en dificultad
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Incluso si nuestra sociedad, ya basada sobre el culto de la imágen, nos hace percibir como reales solo los gestos evidentes y documentados, existe una cantidad inmensa de pequeñas acciones cotidianas silenciosas que las personas llevan adelante sin recibir felicitaciones ni santificaciones, solo por el placer de hacerlo. Exactamente como Fidel, un panadero siciliano que desde hacía 19 años cumple cada día una serie de gestos de altruismo a favor de aquellos que son indigentes o menos afortunados.

via repubblica.it

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A poca distancia de su panadería, en la ciudad de Caltanissetta, hay un banco parecido a muchos otros, si no fuera por el hecho que de noche se vuelve el lugar en donde sucede un pequeño milagro: se llena de bolsas de pan, confecciones de leche, aceite y otros bienes de primera necesidad. Todo viene dejado allí para cualquiera que tenga ganas de usar, en particular a las familias en dificultad o inmigrantes sin casa.

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Todo ha comenzado hace mucho tiempo atrás, cuando Fidel era muy niño y trabajaba con el padre. Un día fue a golpear a su bodega un monje, y cuando se le preguntó cual era la necesidad que tenía, él responde de querer solo un poco de pan. Siguéndolo a la salida, Fidel ve que distribuía aquel pan a muchas personas necesitadas de la calle y aquella imágen en algún modo le queda en el corazón.

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Su misión silenciosa e incansable no se limita más a poner sobre el banco el pan que sobró al final del día, sino que ha involucrado a una red de solidaridad que cada día ofrece donaciones. Comida y bebidas que Fidel ha llegado incluso a ofrecer a domicilio antes de ir a a casa, por ejemplo para ayudar a una mamá enferma que intentaba llegar a fin de mes y no podía llegar a su "banco solidario".

El ejemplo de Fidel que lleva adelante su maravillosa tarea de altruísmo desde hace casi 20 años, nos demuestra que para tener un corazón bueno no es necesario dar cheques o hacer grandes proclamaciones: basta comenzar desde lo cotidiano, de gestos simples de todos los días. Simples como sentarse sobre un banco y comer un pedazo de pan.

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