Los abusos verbales se manifiestan en las formas más asombrosas y pueden hacer más mal que las violencias físicas

por Patricia Zorzenon

06 Noviembre 2019

Los abusos verbales se manifiestan en las formas más asombrosas y pueden hacer más mal que las violencias físicas
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Se puede ser víctima de un abuso verbal en diferente contextos: en familia, en una relación, en el trabajo y otros más. Muchísimos son los hombres y las mujeres que, en la vida han experimentado dinámicas emocionalmente agresivas.

Se habla, en detalle, de mortificaciones, ofensas, amenazas de golpes o comportamientos de coacción, que pueden estar pasando por mucho tiempo. La gravedad de estos fenómenos no va jamás minimizada, en cuanto las heridas del alma pueden ser graves tanto - y más- de aquellas del cuerpo.

via National Coalition Against Domestic Violence

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Un hueso roto, una vez soldado, se vuelve incluso más fuerte que antes. Un corazón roto, por otro lado, arriesga de quedar por siempre incompleto. La experiencia devastadora en el lugar de un niño o de la pareja socava profundamente la autoestima, perdiendo la consideración por el propio valor y carácter.

Un abuso verbal queda grabado en la memoria por mucho tiempo, con un dolor que puede acompañar para toda la vida. El solo hecho de lograr recordar el episodio, en un cierto sentido, hace revivir cada vez el trauma, renovándo el sufrimiento.

El shock sufrido queda dentro hasta poner raíces y luego encuentra desahogo al exterior en los modos mas disparatados. Pueden manifestarse como trastornos del comportamiento, de la esfera afectiva, de la alimentación y no siempre es fácil volver a la causa desencadenante.

El dolor debe ser afrontado y curado. Si se ignora este tipo de trauma, se arriesga de recaer constantemente víctima de los mismos esquemas tóxicos o peor aún, de transformarse en un verdugo. Con frecuencia, aquellos que tienen un pasado de abusos se vuelven ellos a su vez abusadores, exactamente como forma de reacción al sufrimiento.

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Y no es siempre simple encontrar apoyo y comprensión de parte de amigos o familiares, en cuanto las personas logran crear mayormente uniones empáticas con quien tiene sufrimientos de tipo físico. El dolor emocional menos visible y reconocible, viene a menudo disminuido y subestimado.

La dificultad o imposibilidad de recibir una ayuda de las personas de la propia vida puede incluso llevar a la aparición de dependencias (de fármacos, alcohol o drogas), que dan la impresión de dar alivio y comodidad, incluso momentáneo, al propio estado de malestar. Por estas y otras razones, es fundamental reconocer de tener un problema y hacerse ayudar en la manera adecuada. Solo así se podrá salir del abismo y recomenar a vivir plenamente la propia vida.

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