Tiene el 90% del cuerpo tatuado: "en el trabajo tenía que esconderme para que no me vean los jefes"

por Patricia Zorzenon

27 Octubre 2022

Tiene el 90% del cuerpo tatuado: "en el trabajo tenía que esconderme para que no me vean los jefes"
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Muchas personas hoy en día aman los tatuajes y no desdeñan la hipótesis de hacerse uno o más en su cuerpo. Hay quienes eligen uno pequeño recordando un evento particular ligado a su vida o a una persona especial y quienes, por el contrario, deciden dibujar por completo su cuerpo, hasta no dejar ni siquiera un centímetro de piel descubierto. Es el caso del hombre del cual queremos hablarles.

Amante de este arte, el protagonista de la historia llegó a gastar unos 27.000 euros para lograr su objetivo, pero, lamentablemente, su pasión resultó ser negativa en el ámbito laboral. Descubramos por qué.

via The Sun

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Matthew Whelan es un hombre de 42 años británico famoso por las desaventuras laborales producto de su cuerpo tatuado. El hombre, irreflenablemente apasionado por los diseños en su cuerpo, logró un récord personal: cubrió el 90% de su piel. Lamentablemente para él, su pasión se transformó en un problema.

Muchas personas, sobre todo en un ambiente laboral, pretenden que se respete una cierta etiqueta y esto no tiene que ver solo con la vestimenta. Hay algunas empresas, de hecho, que consideran inoportuno tener en su equipo empleados "demasiado" tatuados. Es por eso, entonces, que para quién es apasionado como Matthew, puede ser problemático trabajar o solo hacerse ver por los demás.

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"Mi aspecto me ha limitado más de una vez -contó el hombre de 42 años- Las personas te consideran distinto y te colocan en una esquina. Es verdad que las empresas tienen un código de conducta y el respeto de algunas reglas, pero creía que estas cosas se refería solo a la ropa. En el pasado -continuó- he sufrido verdaderas discriminaciones por mis tatuajes".

El hombre trabajaba en un call center, cuando un día estaba esperando la visita del gerente. De repente, según su relato, se movilizaron para trasladar a alguien a otro edificio. La persona de trasladar era él. No querían absolutamente que los jefes vieran a un empleado tan tatuado y fue prácticamente escondido a sus ojos. Una situación vergonzosa y para nada positiva que hizo reflexionar al hombre.

Él, a pesar del riesgo a no ser aceptado en cualquier otro ambiente laboral o, incluso, perder el empleo, no tiene intención de renunciar a su aspecto.

¿Ustedes están de acuerdo o piensan que podría decidir en quitarse alguno para evitar futuros problemas?

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