Estos tres hermanitos fueron adoptados por un papá soltero después de vivir con 16 familias diferentes

por Patricia Zorzenon

26 Julio 2021

Estos tres hermanitos fueron adoptados por un papá soltero después de vivir con 16 familias diferentes
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Ser un niño a la espera de ser adoptado significa vivir en manos de una cantidad infinita de emociones y sentimientos. Ver a otros niños que son adoptados y preguntarse constantemente cuando llegará tu momento puede ser realmente desgarrador. Los niños son todos iguales. No existen niños de A y B. Esto deberían comprenderlo las familias que deseen adoptar a un hijo. Lamentablemente, sin embargo, hay algunas familias que en el momento de la adopción prefieren niños con determinados requisitos, condenando inevitablemente a los demás a tener que pasar otro año más esperando tener una verdadera familia.

via Newsner

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Darryl Andersen/Facebook

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Uno de estos requisitos, por ejemplo, es la edad. Generalmente se prefieren niños muchos más pequeños de no menos de 3 años de edad. Como consecuencia, los niños mucho más grandes, también de 9 o 10 años, son muchas veces evitados, dejándolos a merced del paso del tiempo que, a medida que avanza, los hace cada vez más grandes y más lejanos de ese mágico momento que también ellos tienen el derecho de vivir. Hay algunos niños que comparten este tipo de experiencia con sus hermanos. Esto lleva a una mezcla de emociones positivas y negativas: si por un lado se espera alegremente el momento de la adopción, por el otro el miedo de ser separados toma el control.

Afortunadamente no todas las historias terminan mal, algunas también tienen un final feliz. Una de estas es la de Navaeh, Willis y Miquel, tres hermanos de 9, 6 y 4 años respectivamente de Utha (Estados Unidos), adoptados por Darryl Andersen, un padre de familia soltero que, afectado profundamente por su historia, decide traerse a los tres a su casa para no separarlos.

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Darryl Andersen/Facebook

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La historia de estos tres hermanos es tan conmovedora como tortuosa. Antes de este momento alegre, Navaeh, Willis y Miquel (a partir del 2016 y en el transcurso de cinco, interminables, años), fueron acogidos por 16 familias diferentes. Sabemos muy bien lo duro que puede ser la mudanza de una casa a la otra para los niños; y cuando el número de veces aumenta incesantemente, puede convertirse realmente preocupante para la salud mental de ellos.

Emocionalmente, de hecho, los tres hermanos eran bastante inquietos. Es muy difícil, casi imposible, poder encariñarse con alguien cuando no hay una estabilidad emocional. Padecer una mudanza dieciseis veces significa estar preparados inevitablemente para sufrir la decimoséptima, la decimoctava y así sucesivamente.

Darryl Andersen/Facebook

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Esta dura experiencia, sin embargo, hizo que su vínculo fuera más fuerte e inviolable. Los tres hermanos se volvieron conscientes de su lealtad mútua y entendieron que nunca se abandonarían entre ellos. Es precisamente esta luz de este vínculo que Darryl entendió cuánto se necesitaban los tres niños y cuánto una separación habría podido dañarlos emocionalmente.

Gracias a Darryl, en los tres niños empezó a brotar la confianza con los demás. El hombre, de hecho, fue inmediatamente aceptado con cariño y hoy, Navaeh, Willis y Miquel lo llenan de amor y de hermosas palabras. Un aspecto muy conmovedor de esta historia es que Darryl ya es padre de tres hijos (que afortunadamente han acogido positivamente a los recién llegados). Desde aquí podemos deducir como su gesto noble no tenía como objetivo llenar ese vacío sino simplemente hacer el bien.

Darryl Andersen/Facebook

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Hasta hoy, Navaeh, Willis y Miquel viven en un lugar que no es de paso pero que huele a hogar. Podrán finalmente proyectar sus vidas sin tener miedo que les deparará el futuro. Podrán despertarse a la mañana sin pensar en cuál será la próxima casa en la que serán acogidos. Podrán vivir sin el miedo de ser separados y podrán compartir momentos felices, saludando para siempre a los tristes. Pero sobre todo, estos tres valientes hermanos podrán vivir con una nueva conciencia, la más valiosa de todas: ahora tienen una familia que no los abandonará jamás.

Esta historia nos enseña a no dar nada por sentado y a expresar a diario gratitud por nuestra familia. Es una historia emocionante que nos hace entender lo afortunados que somos en tener un lugar cálido en donde podemos siempre refugiarnos y en el cual podemos crear nuevos recuerdos con las personas que más amamos en el mundo: nuestro hogar.

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