Nunca ir a la cama con la rabia en el corazón: la emocionante historia de una mamá y de su hijo

por Patricia Zorzenon

10 Agosto 2019

Nunca ir a la cama con la rabia en el corazón: la emocionante historia de una mamá y de su hijo
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Probablemente les ha ocurrido a todos, al menos una vez en la vida. Discutir con un hijo, con un padre o con una pareja a tal punto de no lograr "cerrar" la cuestión, que inevitablemente se arrastra hasta el momento en que están demasiado cansados para continuar.

En aquellos momentos, cuando nos quedamos solos y reflexionamos sobre cuánto se ha dicho y ocurrido, no logramos nunca a tranquilizarnos del todo, especialmente si se continúa a tener la sensación que nuestras razones no han sido expuestas lo suficiente. Dormirnos sobre aquello prácticamente es imposible.

Para aprender a gestionar mejor estas situaciones desagradables, puede ser útil la historia contada por una madre sobre un particular episodio vivido con su hijo. Una historia emocionante, donde seguramente muchas personas pueden reflejarse y encontrar ideas para mejorar, incluso durante sus pequeños y grandes desafíos cotidianos.

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Needpix

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"Mi hijo y yo apenas habíamos tenido una de aquellas discusiones monumentales por una hora y media, porque no quería ir a dormir. Entre cuatro cambios de pijama, dos cambios de almohadas, un debate "existencial" sobre el porqué la noche existe y porqué las personas deben dormir, hemos terminado en afirmaciones precisas, según la cual "Ninguno jamás podía obligar a cerrar los ojos si no lo quiere en absoluto". A un cierto punto, visto la situación, he decidido de jugar las cartas en mi "poder": "Amor mío, te quiero mucho, pero si no quieres ir a dormir ahora, mañana no podrás ir a jugar a la casa de tus primos".

Un golpe bajo, lo admito, porque sabíamos ambos cuando quería ir a la casa de los primos. No sé como, pero logró contener su inmensa cólera, se secó las lágrimas y se acostó. Luego de haberlo tapado con las cubiertas, estaba por dejar la habitación. Entonces he sentido, en la oscuridad, llamarme para decir: "Mamá, te perdono". "Pienso que tú no has entendido el significado correcto de aquella frase, la he dicho, pensando que habrías querido disculparte". La respuesta fue asombrosa.

"No, mamá, te perdono. Te perdono porque hemos dicho cosas que nos han hecho sentir tristes a nuestros corazones y no logro dormir: sentirme triste me hace mal a la panza y no logro dormirme. Es por eso que quiero que nos perdonemos mutuamente". Continuaba a secarse las lágrimas con sus pequeñas manitos. Aquella noche he aprendido una gran lección de perdón y empatía, de un niño de 4 años. No deberíamos ir jamás a la cama con la rabia en el corazón".

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ddmitrova/Pixabay

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Buscar de perdonar y al mismo tiempo, aprender a pedir perdón, especialmente frente a nuestros seres queridos, es una capacidad fundamental de adquirir en la vida. Solo así podremos evitar de ser envueltos por el dolor y la rabia. Los recuerdos negativos son más difíciles de evitar, si vamos a la cama pensando en ellos.

De resto, los momentos transcurridos con nuestras parejas, hijos y padres son demasiado preciosos para poder ser poblados por episodios negativos y "tóxicos", que dificilmente se logran superar. Con alguna "excusa" de más, seguramente viviremos más tranquilos.

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