10 cosas que cambian inexorablemente cuando perdemos un padre

por Patricia Zorzenon

04 Noviembre 2020

10 cosas que cambian inexorablemente cuando perdemos un padre
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Cuando perdemos una persona querida por nosotros, nos damos cuenta que el mundo en el que hemos vivido hasta ese momento ahora cambiará para siempre. Cambiará un poco porque deberemos lidiar con la ausencia de la persona que no está más hasta el final de nuestros días, un poco porque nada será más lo mismo y nosotros no podemos hacer otra cosa que reaccionar a nuestra manera ante este doloroso cambio, interno y externo. Aquí 10 cosas que cambian en nosotros cuando vivimos un luto repentino y doloroso en la familia, especialmente si se trata de un padre.

via Psychology Today

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  • Nos sentiremos solos y tristes:  no importa cuanto tiempo pasará y pasó desde la partida de nuestros padres, el sufrimiento por esta ausencia tan grande, por este vacío tan incolmable, no dejará nunca de convivir con nosotros. Pero el tiempo ablandará este dolor, sin igualmente borrarlo.
  • No nos sentiremos cómodos con los demás: nos sentiremos probablemente incómodos con las personas queridas, con nuestros amigos que todavía tienen el privilegio de pasar el tiempo con sus padres. Es más, al principio los odiaremos por esto y sentiremos cierta envidia sutil. Pero es normal.
  • Los días festivos no serán más los mismos: Navidad no estará más con las luces y la alegría de una vez, los cumpleaños no serán más aquel momento en donde nuestro padre y nuestra madre nos llamaban por teléfono para desearnos lo mejor y para hacer que nuestro día sea mejor. Los almuerzos y las cenas de familia traerán siempre consigo un vacío inextinguible.
  • Nos daremos cuenta de cuánto los queríamos: solamente con su ausencia aprenderemos verdaderamente lo que significa querer bien y amar con locura a nuestro padre y a nuestra madre. Su muerte es el momento en el que entendemos a la perfeccipon que el mundo sin ellos parece no tener algún sentido.
  • Escucharemos historias de todos los tipos sobre ellos: Para mantener viva su memoria nos contarán muchas historias y anécdotas sobre ellos, quizás episodios que ni siquiera conocíamos como hijos, pero que nos harán acercar todavía más a su ausencia.
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  • Entenderemos el verdadero significado de la familia: solamente cuando nuestro padre o nuestra madre no estén más entenderemos profundamente el significado de familia, unidad, de afecto recíproco, de amor incondicional. Valores que en la vida frenética de todos los días tendemos a olvidar demasiado rápido.
  • Una parte de nosotros no existirá más: es como si, en el momento de su muerte, una parte de nuestro cuerpo o de nuestro corazón fue arrancado con fuerza de nuestras entrañas; nuestra alma no será más lo que era antes, la transformación interior ha llegado...
  • Tenderemos a ser más débiles: de hecho no es casualidad que a menudo tenderemos a sentirnos enfermizos, débiles, febriles, mal físicamente, como si nuestro cuerpo esté buscando una figura paterna que pueda cuidar nuevamente de él...
  • La tristeza será siempre nuestra compañía: la tristeza por haberlos perdido no se irá jamás con facilidad y los momentos de ocio y de felicidad serán siempre más raros.
  • Sentiremos todavía el impulso de llamarlos para hablar con ellos: lo hacíamos siempre cuando estaban vivos y ahora que no están más será duro perder progresivamente este hábito.

A pesar de que el luto es uno de los sufrimientos más grandes que un hijo pueda llegar a soportar en la vida, este dolor con el tiempo y con el correcto cuidado de nosotros mismos puede apagarse, puede transformarse en una nueva conciencia de nosotros mismos, en una fase de la vida que une a la entera humanidad en su inescrutabilidad. Al final, todos nos convertiremos en huérfanos.

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