El verdadero amor es saber aceptar a la propia pareja sin intentar de cambiarlo

por Patricia Zorzenon

04 Marzo 2020

El verdadero amor es saber aceptar a la propia pareja sin intentar de cambiarlo
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Todos soñamos con el amor perfecto, el ser que iluminará nuestra vida cotidiana y compartirá con nosotros todas las pruebas que ella nos pone de frente. Esta mujer que escuchará, este hombre que nos apoyará en los momentos difíciles, pero la realidad es que en la mente de todos, el amor es el sujeto de los escenarios más inimaginables. Desde nuestra primera infancia, idealizamos la pareja que vendrá para recoger los pedazos de nuestra vida y darnos una apariencia de equilibrio.

via Psychology Today

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Aquello que debemos saber es que ninguna futura pareja reflejará jamás nuestras expectativas al 100%, no existirá jamás en la vida de ninguno un hombre o una mujer que se merezcan perennemente al primer lugar, que estarán constantemente a vuestro lado, que sobre todo estarán siempre de vuestra parte en cualquier contexto y situación. Es necesario despertarse, dejar de soñar una vida de cuentos y ser simplemente más realistas; la relación amorosa es solo una construcción entre dos personas que, si bien a veces de manera atormentada, va de la mano para uno y para el otro.

Amar de verdad puede tener muchísimos significados y no todos estos son necesariamente positivos: caos, frustración y desilusión son elementos esenciales siempre que una vida de pareja pueda ir adelante, pero más que todo mientras sea verdadero y real, concreto y no basado sobre fábulas imaginarias de una vida futura irrealizable...

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Tener una persona al lado no significa idealizarla, ni mucho menos justificarla a cualquier costo, porque amar a la propia pareja verdaderamente significa saber aceptar los defectos del otro, aprender a hacerlos propios,  apreciarlos y a entender que, no obstante puedan existir las diferencias sustanciales, el amor es el único sentimiento compartido que no se apagará jamás.

Una relación sana y justa es aquella donde se enfatiza la humanidad de la pareja, no la construcción de una vida de cuentos imposible de poner en práctica. Un camino de vida seguramente accidentado, pero que permitirá a ambos de aprender a aceptar méritos y defectos de la propia pareja. Y saberla amar.

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