Infelices para siempre: es por esto que algunas parejas "terminadas" no tienen el coraje de dejarse

por Patricia Zorzenon

03 Agosto 2019

Infelices para siempre: es por esto que algunas parejas "terminadas" no tienen el coraje de dejarse
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Hay muchísimas parejas que, aunque estando juntos toda la vida y comparten el mismo techo, están profundamente separadas y desconectadas entre sí. Dicen de amarse pero pasan sus días en soledad, distantes, duermen en cuartos separados y cuando se encuentran en la misma habitación por más de dos horas, pelean pesadamente recurriendo a veces también a las manos. ¿Es este el significado del amor?

Absolutamente no. El problema es que estas personas, y son de verdad muchas lamentablemente, creen de vivir una relación "normal". Pero peleas continuas, violencias y traiciones no son de hecho sinónimo de una relación normal. ¿Que cosa empuja, entonces, a una pareja estar juntas así por tanto tiempo hasta estallar? ¿Porqué se necesita continuar a sufrir "para siempre", en vez de cerrar un capítulo y comenzar otro?

via CNN

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Hay diferentes razones por la cual algunas parejas eligen de no separarse, continuando a alimentar un círculo vicioso decididamente nocivo para ambos y para los propios hijos.

Una de estas motivaciones está seguramente ligada a la tradición del pasado y a un modo de pensar quizás un poco demasiado fuera de tiempo: "hasta que la muerte nos separe", la separación, de hecho, sobre todo en las familias religiosas, era considerada lo mismo que un grave deshonor que debería evitarse a toda costa. Pero si debe ser "la muerte" a poner fin y a "liberar" a una mujer o un hombre, de las cadenas de una relación, quizás cada uno de nosotros debería reflexionar un poco más sobre las elecciones que toma.

Otro factor que seguramente influye sobre la unión es la dependencia económica: muchas mujeres, desde años, quedan atrapadas en una relación o en un matrimonio, donde deberían haber tenido que poner fín si solo hubieran tenido los necesarios recuersos financieros para poder vivir una vida independiente. Lamentablemente, el mundo del trabajo, que está lleno de discriminaciones y dificultad para todos, lo es todavía más para la mujer, la cual no es ni siquiera más libre de elegir el momento justo para tener un hijo. Por otro lado, un divorcio representaría un obstáculo económico no indiferente incluso para muchos hombres, que terminarían en un estado de precariedad no deseada.

 

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Luego, obviamente, están aquellas parejas extremadamente tóxicas, que buscan de mantener un equilibrio a toda costa, negando incluso la evidencia: de una parte tenemos una persona profundamente insegura y desvalorizada, mientras de la otra parte alguno en busca de una presa, una víctima, en grado de soportar el resentimiento, la rabia y la frustración la cual busca de liberarse. "Me hace sufrir pero lo amo" o "estoy segura que cambiará", son frases que amigos y parientes de este tipo de pareja habrán escuchado, más o menos, cada día de su vida. Lamentablemente, una pareja unida solo del dolor no es una pareja enamorada. Se trata de parejas en donde uno de las dos sufre abusos pero, al mismo tiempo, no logra dejar ir la relación porque siente de "amar" al otro.  Eso no es amor: es una enfermedad.

Otras parejas deciden de no separarse "por el bien de los propios hijos". Disipemos de inmediato este lugar común: un niño no vive sereno en un ambiente donde los padres pelean continuamente entre ellos, gritando, recurriendo incluso a las manos, a veces, golpeando las puertas. Un niño tiene necesidad de tranquilidad y si por tenerla los padres están obligados a separarse, entonces bien venga. En una pareja en continua pelea, el niño se sentirá también puesto de lado, porque los padres estarán demasiado ocupados de sus problemas. Entonces, según ustedes, ¿es mejor criar hijos en un ambiente sereno y sano o continuar a hacerlos sufrir las frustraciones de los padres?

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Por último, no es de subestimar el miedo de quedar solos: muchas parejas quedan juntas justo por este motivo. No se dan cuenta de estar ya solos en la propia relación, en cuanto a la complicidad y las ganas de estar juntos compartiendo alguna cosa ya han desaparecido en el tiempo. En este caso, se continúa a ir adelante por costumbre, evitando de afrontar aquellos miedos interiores que llevan inevitablemente al final progresivo de una relación.

Solo a través de un trabajo muy cuidado sobre la propia persona se logrará a enfocar mejor al otro y comenzar de nuevo; y luego, entender si, en ese caso, es mejor cerrar un capítulo y comenzar uno nuevo.

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