Este hombre adopta solo perros ancianos que no quiere ninguno, para ofrecerles una vida mejor

por Patricia Zorzenon

01 Agosto 2019

Este hombre adopta solo perros ancianos que no quiere ninguno, para ofrecerles una vida mejor
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Las perreras de todo el mundo están llenos de animales que esperan a ser adoptados: más son los jóvenes y aquellos de aspecto cautivante, a menudo el momento llega pronto; pero cuando un perro anciano, enfermo o con una piel poco abundante termina detrás de los barrotes, es de verdad difícil que logre encontrar una familia y a veces queda encerrado por años.

Lejos de nosotros culpar a quienes eligen un perro por su apariencia física, nos gusta ver que también hay personas que miran más allá de la belleza o la juventud del perro y simplemente quieren darle una vida mejor a una criatura desafortunada. Gente como Steve Greig, que presentamos a continuación.
 

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Este hombre siempre ha tenido un gran amor para los perros y por todos los animales en particular, transmitido de los padres. Un día se encontró en tener que afrontar un momento muy difícil: uno de sus perros había muerto. Steve sufría muchísimo, cada día más y por eso entendió que debía transformar aquel dolor en un propósito positivo. Decide de ir a una perrera y adoptar el primer perro anciano que encontrara.

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La elección recae sobre un chihuahua de 12 años de nombre Eeyore, que sufría de un soplo al corazón y caminaba mal. Como pueden imaginar, las probabilidades de que Eeyore fuera adoptado eran casi de cero, así es que Steve lo llevo a la casa con él y le dió un techo y amor que tanto merecía. Desde allí en adelante, comenzó su nueva misión: adoptar perros desafortunados.

Con el tiempo su familia personal se fue alargando: Steve vive ya con una docena de perros, a los cuales se agregan un cerdo, gallinas, patos y gatos. Cada mañana se despierta, prepara el desayuno para todos, suministra los respectivos medicamentos a quien tiene necesidad y luego se va a trabajar.

Todos los perros que viven con Steve han sido encontrados en la calle o adoptados en la perrera, donde habían quedado por años en espera de una familia.

Hoy, gracias al corazón de oro de este hombre, pueden vivir el resto de sus vidas rodeados del amor que merecen.

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