No logramos más amar a las personas, las usamos como objetos: bienvenidos en la era del "consumismo relacional"

por Patricia Zorzenon

30 Abril 2019

No logramos más amar a las personas, las usamos como objetos: bienvenidos en la era del "consumismo relacional"
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Una vez las cosas no se tiraban y se arreglaban, hoy se compra, se usa, se tira. Nos rodeamos de aquello que no sirve y se tira aquello que podría ser todavía útil, se gasta demasiado. Este modelo de comportamiento esta condicionando y contaminando por desgracia también la esfera de las relaciones sociales, creando interacciones inútiles y superficiales. Los afectos se están convirtiendo en objetos y la era del "consumismo relacional" ha sido inaugurada.

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Difícil explicar la razón porqué es complejo comprender el motivo de todo aquello. No existe un solo factor hacia la cual apuntar el dedo, no hay un malo a la cual darle la culpa, es un complejo de elementos que en el tiempo han llevado a los individuos a transformarse en aquello que son hoy. Mèrito de las redes sociales? De las dinámicas veloces e imparables de la tecnología digital? Cierto que estos instrumentos han dado a ello el contributo, pero a fin de cuentas siempre de "instrumentos" se trata.

Cualquier invento puede tener un impacto sobre la realidad en base al uso que viene hecho.

Quizás en algunos el germen del consumismo relacional ha siempre estado y los nuevos recursos evolucionados solo han permitido que florezca y salga a la luz. El hecho es que es cada vez más difícil poder construir amistades o amores importantes, que no pueden ser intercambiables, reemplazables por "modelos más nuevos". Algunos atribuyen esta tendencia a la inseguridad desenfrenada, a la percepción común de un pasado con raíces frágiles y un futuro cada vez más oscuro y nebuloso. En ausencia de certezas, ¿por qué molestarse en poner algo duradero? Todo está destinado a desvanecerse de un momento a otro.

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Uno de los peores efectos colaterales del consumismo relacional es la inmadurez emocional y afectiva. El miedo de sufrir, de perder tiempo y energía, hace escapar delante a cada mínima dificultad, impidiento a los individuos de hacer experiencias fundamentales. Para crecer se necesita pasar también a través de la crisis, sentimientos y a perdonar.

En una sociedad parecida no existe más ningún verdadero intercambio o enriquecimiento entre personas, con el resultado que todos somos más egocéntricos, intolerantes, infantiles, en definitiva, peores. La solución podría ser consumir menos y vivir una vida un poco más pobre en objetos y más rica en afectos.

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