Humillar a los demás no te hace más fuerte, sino más miserable

por Patricia Zorzenon

23 Abril 2019

Humillar a los demás no te hace más fuerte, sino más miserable
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No todos logran hacer la diferencia en la existencia del prójimo, es de pocos tener el coraje y la voluntad de actuar buscando de mejorar la condición de quien está alrededor con pequeños o grandes gestos de humanidad. Para cumplir actos de altruismo se necesita una chispa interior, no se trata de un deber, mientras si lo es proseguir el propio camino dejando que los otros recorran el suyo en modo natural. Sin embargo hay en el mundo quien no sabe "vivir sin dejar vivir".

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pexels

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 Estos individuos logran a ir adelante solo si alguno otro queda atrás, y para realizar aquello usan cada medio, materiales o psicólogos a propia disposición. Si se trata de personas que conducen una vida insatisfecha, más que buscar de mejorar la propia prefieren trabajar para empeorar aquella de los otros. Cuando en vez tienen la suerte de vivir una existencia privilegiada no logran a sacar de ello suficiente alegría sin poner a alguien al límite, destacando lagunas, aflicciones, ausencias, puntos débiles, errores y defectos.

La humillación es su arma preferida, la usan cotidianamente para barrenar y mortificar todos aquellos que se les presentan a tiro, en las relaciones como en el trabajo. Cuando disponen de una miga de poder y de autoridad, abusan para hacer en modo que los otros resten confinados en su condicion de desventaja.

Pueden encontarse incluso en las situaciones mejores o conquistar importantes objetivos, pero nada es jamás suficiente porque sustancialmente sufren de enormes complejos de inferioridad y no conocen otro modo de elevarse que usar a las otras personas como escalones. Toda la arrogancia, la altanería y el orgullo que viene ostentada es solo la cara de una profunda infelicidad. Por desgracia por esto no hay una cura, más bien el único alivio es propio interferir sobre quien es más débil o debilitarlos para luego interferir.

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 Humillar al prójimo sin embargo nunca es una inversión sabia, quiere decir no poseer el don de la previsión. Antes o después todo el veneno esparcido y toda la maldad dada así gratuitamente, volverá al remitente, por la implacale ley de "causa y efecto". Se recoge mañana aquello que se siembra hoy, es inevitable, por la cual ivvir usando la humillación para tener placer y gratificación, condena a un final de miseria y soledad.

Una ida recta de hecho, no debe ser conducida ni por miedo ni por arreglo de cuentas, debe ser solo la genuina expresión de un alma gentil, reflejo de una vida de respeto y de humanidad.

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