Nada es mas lo mismo cuando un padre viene a faltar
Casi para todos, los padres son aquellas personas que estan desde siempre y que desearias que estuvieran para siempre. Por desgracia llega el dia en que se necesita hacer la cuentas de su perdida, debido en los casos mas afortunados al natural transcurso de la vida o en aquellos menos felices a un evento dramatico.
No se esta jamas de verdad preparados a dejar ir al propio padre o madre. Cambia solo elmodo en que se afronta su muerte en base a la madurez emocional, diferente en el adulto, en el adolescente y en el niño.
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El luto para un adulto
Tener que decir adios a un padre cuando se es adulto no es menos doloroso de cuando se es niño, pero se trata de una condicion natural y lamentablemente inevitable. Emociones y sentimientos como la tristeza y rabia invaden el alma en los momentos mas impensados, se descubre impotente y se piensa en las cosas no dichas.
El sentido de culpa es generado de las sensaciones de haber dejado alguna cosa en suspenso, de no resuelto, arrepintiendose de no haber dado mas afecto o de no haber estado mas presente. Se siente repentinamente mas viejo, mas cerca de la muerte, sin mas las propias raices.
El luto en la adolescencia y en la infancia
Antes de la madurez completa no se concibe ni siquiera lejanamente que los padres puedan desaparecer de un momento al otro. La mama y el papa son las figuras invencibles, inmortales, personas que no se iran jamas. En estas bandas de edad no se poseen todavia los recursos y las estructuras mentales necesarias para metabolizar un singular evento. Incluso, el niño y el adolescente estan en grado de comprender el concepto de la muerte si vienen ayudados y contenidos.
Uno de los involuntarios errores mas frecuentes es invitar los jovenes a ser fuertes y de apoyo al padre que queda. Eso obliga a repriir las emociones e impide de vivir la perdida en manera natural.
Con el niño, los elementos fundamentales son la sinceridad y la claridad: por cuanto pueda parecer cruel, se necesita ser honestos y confirmar que la persona desaparecida no volvera nunca mas. Para no hacerles creer de ser en algun modo responsables de la muerte del padre, es esencial garantizar seguridad, comprension y afecto, alejando algun espectro de soledad.
Probablemente no habran jamas palabras utiles suficientes para hacer aceptar la muerte de un padre: que venga como consecuencia natural luego de una larga enfermedad o que se hayan experimentado ya episodios parecidos con otras personas, no se logra jamas a encontrar la fuerza de aceptarla.
Se puede sobre vivir, teniendo cuidado que el vacio procurado de la perdida no se derrame sin control; pero dentro habra siempre un sentido de ausencia con la cual se acostumbrara simplemente a convivir.
