"Desde esta cama sin corazón les escribo, queridos hijos y nietos": la última carta de un abuelo víctima de Covid

por Patricia Zorzenon

25 Abril 2020

"Desde esta cama sin corazón les escribo, queridos hijos y nietos": la última carta de un abuelo víctima de Covid
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En un momento en donde los contagios de Covid-19 se hacen más frecuentes dentro de los hogares de ancianos en todo el mundo, cientos de miles de abuelos y padres están perdiendo la vida por causa de esta infección dentro de estas estructuras privadas, dejando progresivamente un vacío insuperable en los parientes cercanos que no pueden verlos ni para un último saludo. A conmover al mundo entero ha sido una carta escrita por un anciano paciente anónimo, antes de morir dentro de un hogar de ancianos.

via Interris

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Pixnio

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La carta conmovedora de un abuelo italiano, está dando la vuelta en la web en muy poco tiempo, y ha sido publicada por primera vez por la revista Interris. Estas son las palabras conmovedoras: "Desde esta cama sin corazón elijo en escribirles queridos hijos y nietos. (La he entregado de forma secreta mi hermana Chiara con la esperanza que luego de mi muerte pueda leerla). Entiendo que no me quedan muchos días, desde mi respiro siento que me queda solo esta mano delgada para tomar este bolígrafo recibido gracias a una joven mujer que tiene la edad tuya Elisa querida. Es la única persona que en este asilo me ha regalado alguna sonrisa pero desde cuando lleva puesto también ella una máscara logro solo ver un poco de luz entre sus ojos; una mirada distinta a la de los otros asistentes que ya ni saludan. No quería decírselos para no generarles ningún malestar sabiendo cuanto han sufrido por dejarme dentro de esta hermosa "prisión".

Si, así lo pensé recordando un texto escrito por un sacerdote de la Emilia Romagna, don Oreste Benziche hablaba de estos lugares como "prisiones doradas". Me parecía un poco exagerado y sin embargo cambié de opinion. Pareciera que no faltara nada pero no es tan así...falta lo más importante, sus caricias, escuchar que me pregunten muchas veces al día ¿cómo estas abuelo?, los abrazos y muchos besos, los gritos de mamá que haces y luego mi falso dolor para desviar la atención y hacerlos olvidar de todo. En estos meses me ha faltado el olor de mi casa, sus perfumes, las sonrisas, contarles mis historias y hasta incluso las discusiones que se generaban. Esto es vivir, es estar en familia, con las personas que se aman y que te hacen sentir querido y ustedes me han querido tanto no haciendome sentir luego de la muerte de aquella mujer con la cual he vivido por 60 años juntos, siempre juntos.

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En 85 años he visto tantas cosas y como olvidar las miserias de mi infancia, las luchas de mi padre para hacerse valer, mamá siempre atenta a cada respiro y luego el encanto de esa escuela que era un sueño poder frecuentarla, una alegría, un honor. La maesta era una segunda madre y conquistar una buena nota era una fiesta para toda la casa. Luego, el día de mi graduación y el de mi primer discurso en la corte. Cuantas "gracias" tendré que decir, una infinidad a mi mujer por haberme soportado, a ustedes hijos para haberme sabido perdonar, a mis nietos por el amor incondicional. Los amigos, pocos pero verdaderos, se pueden contar verdaderamente solo con una mano como dice la Biblia y que decir, tambien del párroco, le tengo que agradecer por haberme dado la absolución de mis pecados y por las bellas palabras expresadas en el funeral de mi mujer.

Ahora no logro escribir más y entonces debo al menos decir una cosa a mis nietos...y quizás a todos aquellos del mundo. No ha sido su madre a traerme aquí sino he sido yo el que convenció a mis hijos, a sus padres, para no molestar a nadie. Jamás en mi vida quise ser el peso de ninguno, quizás habrá sido por orgullo y cuando me he visto no poder ser más autónomo no quise dejarles este feo recuerdo de mi, de un hombre indefenso, incapaz de poder realizar cualquier función.

Es cierto, no hubiera jamás imaginado en terminar en un lugar de este tipo. Aparentemente todo muy limpio y en orden, hay también algunas personas educadas pero también tenemos que saber que sólo somos números, para mí ha sido como entrar en una cámara frigorífica. En estos meses me he preguntado más de una vez: ¿pero éstos porque han elegido este trabajo si luego están siempre nerviosos, de mal humor, tan malos? Una vez aquel hombre de la limpieza me dijo al oído: "¿sabés porqué aquella cuando habla te grita? Porque siempre cuenta de lo violento que era su padre, una persona así ¿con qué ojos puede mirar a un hombre?". Que dios tenga piedad de ella. ¿Pero porqué hace este trabajo entonces? Toda esta gran psicología que he visto durante estas últimas décadas, ¿ha servido solo en hacer mal a los más débiles? ¿A manipular las consciencias y los tribunales? No quiero agregar más porque no busco venganza. Pero quisiera que sepan todos que para mi no tendrían que existir los hogares de ancianos, las "prisiones" doradas y entonces si, ahora que estoy muriendo lo puedo decir: me he arrepentido. Si pudiera volver el tiempo atrás suplicaría a mi familia de quedarme con ellos hasta el último suspiro, al menos el dolor de las lágrimas de ustedes unidas a las mias habrían tenido más sentido las de un pobre viejo, aquí adentro anónimo, aislado y tratado como un objeto oxidado y por lo tanto también peligroso.

Este Coronavirus nos llevará a la horca, pero yo ya me sentía asi por los gritos y el mal humor de todos que igualmente tendré que soportar todavía por un poco más...el otro día la enfermera me ha ya comunicado que si empeoro quizás me entuben o quizás no. Mi dignidad como hombre, de persona de bien y siempre amable y educada ya la han matado. Sabes Michelina, la barba me la cortaban solo cuando sabía que estaban llegando y así el cambio. Pero no hagan nada se los suplico...no busco justicia terrenal, a menudo también ésta me ha desilucionado y me ha vuelto infeliz. Hagan saber a mis nietos (y a muchos hijos y nietos) que antes del Coronavirus hay otra cosa todavía más grave que mata: la ausencia del más mínimo respeto por el otro, la inconsciencia absoluta. Y nosotros, los viejos, llamados con un número, cuando no estemos más, continuaremos desde arriba a golpear desde el cielo aquellas consciencias que nos han ofendido gravemente hasta que despierten, cambien el rumbo, antes que les hagan a ellos los que nos hicieron a nosotros.

Su abuelo."

Una carta lúcida, conmovedora, que nos hace reflexionar mucho sobre la situación actual, sobre la importancia de abuelos y de padres de todo el mundo, y sobre el significado del recuerdo y de la vida misma.

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