A los 83 años este abuelo ha decidido de hacer el examen de tercer grado para leer los cuentos a sus nietos

por Patricia Zorzenon

21 Junio 2019

A los 83 años este abuelo ha decidido de hacer el examen de tercer grado para leer los cuentos a sus nietos
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Todos sabemos que en nuestra existencia nunca se termina de aprender y no es solo un modo metafórico de decir cuando se refiere a las experiencias de vida. De hecho hay quien continúa hasta una edad avanzada aprendiendo nuevas nociones, nuevas informaciones y a conquistar nuevos títulos. Exactamente como el abuelo Doménico, un señor barese de 83 años que ha decidido de volver entre los bancos de la escuela para conseguir el codiciado diploma de tercer grado. El motivo por el cual lo ha hecho es el más dulce que pueden imaginar.

via baritalianews.it

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A los 83 años este abuelo ha decidido de hacer el examen de tercer grado para leer los cuentos a sus nietos - 1

En los tiempos del abuelo Doménico la escuela era toda otra cosa: la pobreza aumentaba, estaban cuatro en un solo banco y terminaban lo antes posible para ir a trabajar. ¡Pero es con la llegada de los nietos que ha cambiado todo! A menudo el abuelo a la noche se encontraba leyendo y contando historias a sus nietitos y justo en aquella ocasión ha comenzado en hacer camino hacia una idea: y si me diera la satisfacción de estudiar y aprender la primaria?

Así, por un año entero, Doménico ha estudiado matemática, ciencias, italiano, francés, tecnología...en fin, todas las materias necesarias para sostener el exámen. La suya era una clase muy heterogénea, hecha de inmigrantes deseosos de un título de estudio, padres en edad avanzada que querían ponerse en juego, jóvenes trabajadores que querían aspirar a una posición mejor. En fin, todas personas con una historia particular y a veces dolorosa, deseosa de comenzar un nuevo camino a través del estudio y la cultura.

Y así, en vez de transcurrir la noche jugando a las cartas o mirar la TV, Doménico se ha preparado hasta llegar al exámen: sus progresos, aseguran también los profesores han sido evidentes. Tan evidentes que también sus nietos se han dado cuenta, notando la soltura con la cual el abuelo hablaba sus argumentos que en un tiempo ¡le eran extraños!

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