Un cachorro discapacitado y una paloma que no sabe volar estrechan una tierna amistad en el refugio donde están alojados

por Patricia Zorzenon

20 Febrero 2020

Un cachorro discapacitado y una paloma que no sabe volar estrechan una tierna amistad en el refugio donde están alojados
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A menudo, en las situaciones de mayor dificultad es donde se instauran las relaciones más bellas, duraderas y porqué no, incluso insospechadas. Y ello no es válido para nosotros humanos, sino es particularmente cierto incluso para los animales. Lo saben bien los dos protagonistas de la historia que estamos por contarles, dos animalitos muy diferentes entre ellos pero, unidos por una condición similar de salud, han estrecho una adorable amistad.

Estamos hablando de Lundy, un cachorro de Chihuahua y de Herman, una paloma. Exactamente así: un perro y una paloma, que se han conocido en Mia Foundation, una estructura de salvataje y cuidado para animales de Rochester, New York.

via The Mia Foundation

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El cachorro tiene problemas en caminar, mientras la paloma no sabe volar. Parece casi obvio, a la luz de estos problemas, que los dos animales estuvieran al tanto y se volvieran inseparables. Herman es un residente estable en Mia Foundation, exactamente porque sus problemas de mobilidad no les permiten de alejarse y vivir como las otras palomas.

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Por cuanto respecta a Lundy, el objetivo de Sue Rogers, que se ocupa de él en el refugio, ha sido siempre aquel de restituirles la posibilidad de moverse más libremente, quizás también con la ayuda de una silla de ruedas. El pequeño Chihuahua, de hecho, no logra moverse por los daños congénitos a la médula espinal.

Desde cuando se han encontrado la primera vez, el perrito y la paloma de inmediato han comenzado a interactuar de manera adorable. No es raro que los voluntarios de la Fundación los encuentran en momentos muy tiernos en donde se acurrucan uno junto al otro, ofreciendose consuelo y calor como solo quien sufre del mismo problema sabe hacer.

Para Sue y para todas las otras personas altruistas y de buena voluntad que se ocupan de animales en dificultad como Lundy y Herman, es seguramente un placer y una alegría increíble poder darles una mano. Con afecto y acercamiento, estas personas están firmemente convencidas que también animales así desafortunados pueden y deben siempre tener la posibilidad de vivir como mejor merecen.

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